Crisis de Dirigencia – Crisis
recurrentes de Argentina.
Existe en nuestra comunidad una especie de
azoramiento y perplejidad, ante una realidad que hasta hace poco
tiempo atrás muy pocos avizoraban.
En verdad, a cualquier sociedad que carece de una
clase dirigente, le tiene que costar mucho distinguir la paja del
trigo.
Pareciera ser que la influencia ideológica del valor
del mercado a ultranza, sesgó las mejores mentes hacia un
pragmatismo sin horizonte y sin capacidad de reflexión suficiente,
para contribuir a definir valores, principios y conductas públicas
regidas por la ética y la sobriedad.
En cualquier sociedad organizada, cuando existe una
clase dirigente respetada, es posible que los actores sociales
confíen en reencauzar las acciones más difíciles. Esto, por valorar
los desaciertos como errores y no como complicidad u omisión grave.
Pero cuando las realidades se transforman en patéticas por ser fruto
de discursos económicos ajenos a las posibilidades de un pueblo,
cuando el discurso pretende negar la realidad, cuando intereses
minoritarios, la soberbia o la falta de una concepción estratégica
flexible impide rectificar políticas, las consecuencias no pueden
ser otras que la frustración social y lo que es peor, la pérdida de
confianza en si misma de una comunidad harta de sucesivos
fracasos....Es posible superar las dificultades?
Que difícil de responder
verdad? Cuáles serían los requisitos?
Parecería que hay patrones de conducta, valores y
lectura de la realidad que de acuerdo a la evolución de nuestros
últimos 25 años y quizás lo que es peor de nuestros últimos 50 años,
nos han conducido y nos conducen a un deterioro creciente y no sólo
en lo material. Pensemos en qué valores y principios se asientan
nuestras conductas sociales? Bien, sea por casualidad o por
conocimiento de nuestro historia , el Secretario del Tesoro
Norteamericano dio en la tecla, cuando nos dijo que los Argentinos
en 70 años no habíamos sabido encontrar un proyecto propio que nos
fortaleciera en el contexto mundial
Es verdad , diferencias irreconciliables y
exacerbadas demoraron o atrasaron nuestra experiencia democrática y
más que eso dañaron la posibilidad de comprender nuestros intereses
a partir de propuestas superadoras de las naturales divergencias que
en cualquier sociedad se anidan.
La vuelta a la democracia no fue
suficiente para superar nuestras tendencia a pensar desde lo
corporativo y menos aprender a asumir la responsabilidad cívica de
comprometernos con el otro. De ello la fortaleza de los discursos de
los centros hegemónicos del poder mundial ante nuestra
fragmentación.
Al igual que hoy, la práctica de responder a
intensos desafíos y las dificultades de establecer un proyecto de
largo plazo, nos conduce a afirmarnos como se pueda y denostar a
quien se atreva a cuestionarnos. Con este condicionamiento cultural,
cualquier sector y partido político que ha representado a la débil
clase dirigente Argentina, siempre ha entendido el futuro como la
repetición del hoy, sin ninguna visión clara de la consecuencia de
sus acciones más allá de lo inmediato. En suma, permanentemente
desplazamos los problemas para luego, en definitiva cuando no
podemos más, tengamos que enfrentarlos desde una posición de
debilidad extrema y la rebeldía popular en las calles.
Esto que parece
infantil
Esto que parece infantil , en realidad es lo que nos
sucedió en los últimos años. Miramos para el costado y nos negamos a
ver que en realidad estábamos embarcados en una espiral de
endeudamiento creciente sin ni siquiera lograr índices de
desocupación aceptables. Y que por lo tanto, si el endeudamiento era
la única forma de escapar de esta realidad o de la desocupación
abierta, algo importante del diseño de esa realidad era
absolutamente débil en relación a los intereses del país.
Pensemos si por la forma de conducirnos, no existe
de hecho un desconocimiento de la responsabilidad que significa
ejercer un Gobierno, y también desde cualquier sector social pero
especialmente desde los estamentos con incidencia económica e
intelectual, sobre nuestra falta de madurez cívica para interpretar
que un programa de Gobierno, solamente es válido si diagnostica bien
la complejidad de la sociedad en la cual pretende insertarse y si
además posee capacidad de Gobierno para implementarlo.
Parecería entonces que si no aprendemos a cambiar
nuestros enfoques y nuestro comportamiento cultural, poco podemos
esperar de nuestro futuro como sociedad en el complejo y dinámico
mundo en que nos insertamos.Algunos de los supuestos muy
débiles.
Cinco supuestos claves fueron soslayados de una
discusión seria sobre las bondades de un programa que en algún
momento con nuestra natural liviandad nos permitimos recomendarle
por ej. a Brasil. El primero , que el comportamiento de nuestra tasa
de productividad se podría comparar con EEUU, segundo que todas
nuestras regiones podrían adaptarse automáticamente a las exigencias
de eficiencia de un mercado abierto, tercero que automáticamente se
abriría un mercado de capitales para sostener la transformación,
cuarto que se produciría en breves plazos un aumento sustancial de
la eficiencia del sector público y el quinto tan grave como los
anteriores , que nos podíamos despreocupar de la estructura de
precios relativos del inicio porque estos por alguna razón
(productividad creciente del sector industrial) se adecuarían en el
tiempo. Bueno el problema es que los cinco supuestos se
realimentaron unos a otros en términos de dificultar el proceso de
competitividad.
En verdad , este condicionamiento lo vive en menor
medida la Pampa Húmeda, pero aún así, solamente ha podido enfrentar
los factores señalados mediante dos repuestas básicas .
Concentración de la propiedad y un incremento de la productividad y
producción en términos inéditos. Por esto es difícil que este sector
acepte fácilmente en el futuro ser tributario de otros. Quizás en
alguna medida, pero esto dependerá de sus posibilidades de
crecimiento e incluso mantenimiento de sus logros.
Acaso no hay empresas que siguen creciendo? Por
supuesto que sí, en cada sector existen nichos que permiten
aprovechar ciertas ventajas en la medida que sus fortalezas
relativas les permiten quedarse con una mayor parte de los ingresos,
aún decrecientes. Sean , ventajas tecnológicas, de calidad
empresarial, de capital, de conocimientos o monopólicas. Pero se
trata de situaciones particulares y que por ello no alcanzan para
dar repuestas a las necesidades sociales de reproducción del capital
y empleo.
Por supuesto, se podría hablar de la destrucción
creativa del capitalismo a lo Schumpeter, pero me parece que de lo
que habría que hablar es de la creación de una nueva cultura y de
una nueva dirigencia. Dirigencia que no debería soslayar el
crecimiento de la productividad económica como eje de la
subsistencia y crecimiento de un Estado o Regiones, pero que tampoco
soslaye las particularidades e identidad de los procesos sociales de
Argentina. En palabras de los Sistémicos: Sistema Proceso Tiempo.
Esto también que parece sencillo, no lo es. ¡Casi
nos creíamos en el primer mundo¡ El ex presidente Sanguinetti de
Uruguay y Felipe Gonzáles han escrito sobre la perplejidad que
producimos y de nuestra propia decadencia. Por supuesto confían en
nuestra capacidad de reacción, pero como lo logramos?.Qué pasa con
nuestra clase dirigente?
Me parece que primero deberíamos aceptar que por nuestras
falencias cívicas y culturales perdimos la importante oportunidad
creada en el 91 también ante una situación límite.
Segundo, la importancia de reconocer que el discurso económico
vigente nos ha llevado a una distribución del ingreso inaceptable. (
Predominio de interese ajenos a los propios).
Tercero, que sin la generación de una dirigencia que trascienda
sus intereses sectoriales es imposible pensar en un país unido.
Dirigencia que deberá representar otros valores al vigente. Estoy
hablando de dirigentes de distintos sectores. No solamente
políticos
Cuarto, que es necesario crear nuevas condiciones de
representatividad en nuestros partidos políticos. Hoy la prioridad
es un Programa de Gobierno de amplia aceptación.
Quinto, que sin un programa de empleo bien estructurado será muy
difícil Gobernar.
Sexto, que sin la generación de un proyecto propio es imposible
resguardar la integridad nacional y por lo tanto, la prioridad
fundamental estriba en volcar recursos al sistema educativo. Sistema
que también requiere de una revolución cultural . Parte de los
fracasos de la dirigencia política , se genera en la práctica
política y académica de la Universidad Argentina.